El cuerpo puede tolerar una caída de la temperatura corporal interna de 10 grados centígrados y un aumento de sólo 5. Los descuidos en la termorregulación corporal pueden provocar problemas graves, como los golpes de calor o las insolaciones.
El organismo emplea el sudor y la circulación sanguínea para regular la temperatura corporal en situaciones de calor excesivo. Con la sudación la parte externa del cuerpo se enfría, mientras que la sangre es enviada a zonas más frescas, como la cavidad craneal, la torácica o la abdominal, donde la sangre se enfría.
Cuando estos mecanismos de termorregulación fallan se producen las insolaciones o golpes de calor, que afectan especialmente a los ancianos que permanecen mucho tiempo bajo el sol o a los jóvenes que realizan ejercicio físico intenso.
Las insolaciones o golpes de calor pueden provocar desvaríos, delirios, sudor excesivo, disminución del ritmo cardiaco y de la presión arterial, lo que lleva al desmayo y a la pérdida de consciencia.
En caso de calor sofocante conviene:
Beber líquidos más allá de los que la propia sed impone para equilibrar la pérdida de agua.
Descansar y disminuir la actividad física.
Condimentar la comida con sal para prevenir el desequilibrio electrolítico.
Protegerse del sol con un sombrero y situarse siempre en la sombra.
martes, 15 de enero de 2008
Insolaciones y golpes de calor
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