viernes, 4 de enero de 2008

Enfermedades uterinas

Los miomas o fibromas son tumores benignos que aparecen como consecuencia del anormal crecimiento de las fibras musculares del útero. Aunque no se sabe a ciencia cierta porque ocurre este fenómeno, si sabemos que está relacionado con el metabolismo hormonal (estrógenos) y que aparecen con mayor frecuencia entre las mujeres mayores de 40 años.
Su tamaño es variable así como su situación, pueden hallarse en la superficie del útero formando una prominencia hacia el exterior o encontrarse en su parte interna modificando la cavidad del mismo. Puede haber un único mioma o varios.

Aunque muchas veces son descubiertos por el médico en las revisiones ginecológicas, en ocasiones pueden aparecer ciertos síntomas que nos hagan sospechar de su existencia como reglas muy abundantes y dolorosas o hemorragias fuera de los días propios de la menstruación, además pueden ocasionar dolor en la zona lumbar o bajo vientre. Si éstos fueran muy grandes pueden comprimir la vejiga o el recto lo que provocaría pesadez, incontinencia urinaria o estreñimiento con el consiguiente peligro de que apareciesen hemorroides.

A pesar de la existencia de los miomas, una mujer puede quedar perfectamente embarazada, aunque durante el embarazo aumentaría el tamaño del mismo lo que podría provocar rotura de la bolsa o aborto.

Se procederá a la extirpación del mioma cuando éste sea muy grande, si presiona algún órgano vecino o hay riesgo de infección. Si la mujer se halla en edad fértil se extirpará únicamente el mioma, respetando siempre la matriz.

Otras alteraciones que puede sufrir el útero femenino son la displasia o alteración de las células en la entrada del útero. Se catalogan según su gravedad, las de menor grado llegan a desaparecer solas o no sufren variaciones, mientras que las de mayor grado pueden llegar a degenerar en un tumor maligno, aunque éste se puede eliminar mediante la congelación o los rayos láser.

La cervicitis o inflamación del cuello del útero provoca bastante flujo y dolor en el bajo vientre. Está causada por bacterias y no tiene mayor importancia, excepto en el caso de que se extienda hacia las trompas provocando su obstrucción. Una vez se averigua cuál es el microbio que la provoca se procede a su tratamiento mediante antibióticos.

Las infecciones vaginales además de ser una molestia pueden llegar a provocar enfermedades de mayor envergadura, éstas son provocadas por virus, la mayoría inofensivos, aunque existen unos pocos que pueden llegar a producir cáncer.

Las hemorragias vaginales fuera de los días propios de la menstruación, hemorragias después de haber mantenido relaciones sexuales o hemorragias después de haber superado la menopausia puede ser signos manifiestos de padecer un cáncer uterino, por eso ante cualquiera de estos supuestos será necesaria la consulta con el ginecólogo para poder descartarlo o tratarlo a tiempo. Hoy en día si se realiza un diagnóstico precoz será posible su curación en casi el 100% de los casos.

La mejor prevención será acudir con regularidad al ginecólogo, quien a través de la revisiones y la realización de una citología podrá diagnosticar de manera precoz la existencia de posibles alteraciones y descartar posibles enfermedades.

Desde el punto de vista de la alimentación, podemos decir que algunos alimentos, como las coles de Bruselas, estimulan el metabolismo de estrógenos, es decir, aumentan su metabolismo y la velocidad de su excreción, por lo que en nuestro organismo resta menos cantidad de hormona disponible para alimentar los posibles tumores malignos. Se cree que aquellas mujeres que metabolizan los estrógenos más rápidamente tienen menos probabilidades de sufrir cáncer de mama y de útero.

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