viernes, 4 de enero de 2008

El trastorno del insomnio

El insomnio es uno de los trastornos más frecuentes de la sociedad moderna. Podríamos definirlo básicamente como la dificultad para conciliar el sueño o para mantenerlo. Los insomnes son, pues, aquellas personas que aun durmiendo cierta cantidad de horas, estas no les son suficientes para mantener una buena calidad de vida, dado que la principal función del sueño es la de recuperar o reponer la energía que se ha gastado durante el día.

Este problema afecta a más del 20% de la población de nuestro país. El sueño es indispensable para nuestro equilibrio físico, intelectual y mental. La incapacidad de dormir, la dificultad para conciliar el sueño o mantenerse dormido disminuye la calidad de vida, influye sobre el ritmo de trabajo y constituye uno de los principales motivos de accidente laboral por falta de atención y concentración.
Un problema de sueño prolongado produce un estado de irritabilidad. Según su duración, puede ser temporal (inferior a 20 días) o crónico (superior a 20 días).

Tipos de insomnio
Existen tres tipos de insomnio:

Insomnio de conciliación o de inicio de la noche: se tarda demasiado tiempo en dormir.
Insomnio de mantenimiento o de la mitad de la noche: despertarse muchas veces por la noche.
Insomnio terminal o de fin de la noche: despertarse mucho antes del momento de levantarse.


En todos los casos se tiene la sensación subjetiva de que no se ha dormido y descansado lo suficiente y, normalmente, existirá una queja por parte del afectado ya que, con patrones de sueño similares, algunas personas lo viven sin problema y otras achacan a la falta de sueño sus dificultades, irritabilidad, cansancio, depresión y falta de concentración durante las actividades cotidianas.

Causas del insomnio
Muchas son las causas que impiden dormir bien. Las principales son las siguientes:

Estrés: situaciones de angustia por diversos motivos, desde los estrictamente personales como la depresión, hasta los derivados del trabajo o de las relaciones de pareja.
Pesadillas.
Hábitos inadecuados de descanso: frecuentes cambios de horario, viajes en avión, fiestas, siestas prolongadas. En definitiva, la imposibilidad de adquirir un hábito.
Problemas ambientales: ruidos, cama inadecuada, habitación con demasiada luz, exceso de calor o de frío, etc.
Uso inadecuado de la cama: lectura, escuchar música, ver la televisión.
Enfermedades físicas: artritis dolorosas o enfermedades respiratorias con apneas y ronquidos.
Dieta demasiado copiosa y con exceso de grasas.
Abuso de sustancias: drogas, alcohol, tabaco, teína, cafeína, etc.
Ciertos medicamentos: estimulantes, anfetaminas, diuréticos, etc.

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